jueves, 22 de noviembre de 2007

Bipolar


Pensamos, pensamos continuamente, la mente no descansa nunca. Pensamos lo que hemos de comprar para mañana, lo mal que nos ha salido el examen, las palabras recién oídas, las que nos dijeron ayer; pensamos el tiempo que nos queda para salir del trabajo, las ganas que tenemos de verle, pensamos para hablar, hablamos y pensamos qué hemos dicho.
Nuestra cabeza da a veces tantas vueltas, a tantas cosas; da tantas vueltas sobre las mismas cosas que nos hemos acostumbrado a ella, a escucharla, a que ella juzgue por sí misma como un ente independiente, como una conciencia automática a la que echarle la culpa cuando nuestros actos son reprobados por alguien, incluso por nosotros mismos: "Perdona, no sé en qué estaba pensando" "No sabía lo que hacía, se me fue la cabeza" ...
Es absurdo culpar a algo que somos nosotros mismos, que nos dicta el camino a seguir porque somos nosotros mismos los que tomamos las decisiones, no un ser lánguido y transparente ser que vive en las profundidades de nuestro cerebro, con vía directa a nuestros oídos, y que nos sopla la decisión a tomar, el camino a seguir.
A veces pienso que somos adictos a la bipolaridad, a las dos caras de la moneda, al ángel y al diablo que se posan en nuestros hombros a la hora de tomar una decisión, adictos porque somos criados en la continua tesitura de lo que queremos hacer y lo que nos dicen que debemos hacer. Con los años, llega el día en que tú, y solo tú, eres dueño de tus decisiones, de escoger el camino que debes seguir ... pero necesitas de esa bipolaridad, de esa dualidad ambigua que formamos en nuestra cabeza llamando conciencia a la que siempre acierta, locura a la que es impulsiva y suele equivocarse.
Yo quiero equivocarme, quiero equivocarme, quiero equivocarme ... y saber qué he sido yo la que me he equivocado, no ha sido el momento, no han sido las prisas, no han sido dos copas de más; saber que he sido yo, y que si te equivocas, la mayoría de las veces, puedes rectificar.
No soporto los dolores de cabeza procedentes de días dándole vueltas a las cosas por miedo a equivocarte ¿Quien dice que no necesitas equivocarte para hallar el camino correcto?

4 comentarios:

Pipilota dijo...

Laberintos mentales.
Los odio, los adoro. Los necesito.

NIck dijo...

hola atlántida
yo "pienso" que eres honesta y eso es admirable.
no necesité equivocarme
siempre lo supe.
cuídate

Mario Fizzio dijo...

si, mejor arrepentirse de haber hecho que de tener que hacerlo de haber dejado de hacer, pero... resulta que... el mundo esta repleto de cobardes, y duele.

Atlantida dijo...

Pipilota, creo que ambas odiamos los laberintos mentales tanto como los necesitamos, sin ellos no hay conflicto, sin conflicto no hay debate, sin debates, no hay conclusión.

Nike, gracias por lo de la honestidad, no sé si consigo serlo o no, pero en la lucha me hallo.

Mario fizzio, bienvenido a estos lares. Hay una frase, no recuerdo ahora el autor, que dice: "Quien no arriesga nada, no tiene nada" En el riesgo está el fracaso y la decepción, pero también la posibilidad de lograr aquello que sueñas ... sino lo consigues, habrás aprendido una valiosa lección de todas formas.