viernes, 9 de noviembre de 2007

Lo que somos por dentro

Hoy he despertado con un terrible dolor de cabeza, era como una aguja torpe que no terminaba de encontrar la diana, el sitio justo, el cartílago, la vena donde clavarse. Era como una punzada aguda condenada a repetirse una y otra vez pasando casi a la categoría de dolor perpetuo, pero con esa mísera inconstancia de apenas unas milésimas de segundo de tregua que lo convierten en punzada.
Era en el lado derecho, cerca del oído ¿Significará algo el lado en el que esté y la zona que abarque? Ella está segura de que los dolores corporales son una especie de reflejo de que algo va mal en nuestro interior. Por ejemplo, si te duele la boca significa que el poder creativo que llevamos dentro ha de salir al exterior para ser expresado en formas físicas; o si padeces del estómago, este refleja nuestras experiencias, de manera que si alguien come demasiado rápido, con precipitación significa que hace las cosas sin pensarlas demasiado, es el ruido de la mente que no para ni un instante.
Bien, pues a mi me dolía la cabeza, siguiendo la línea de este juego que a mi me parece un poco absurdo (no digo yo que los dolores físicos no puedan producirse como reflejo de nuestro interior, solo que pienso que debe ser algo más complejo y que no los mismos dolores han de significar las mismas fragilidades del alma ni todos los dolores físicos han de conllevar un desarreglo interior, que la úlcera es úlcera este provocada por la ansiedad y el estrés o por la mala alimentación y las costumbres insanas) el motivo es que existen cosas por aclarar dentro de mi, como placas tectónicas que chocan porque no se acoplan y esto provoca el dolor. No está nada mal, supongo, todos tenemos algunas cosas de mayor o menor índole que no nos encajan, o que nos gustaría que fuesen de otra manera, pero la verdad es que esto hubiese funcionado igual si lo hubiese leído en la vesícula, en el pecho o en un horóscopo. Quiero decir, que hay cosas tan generales, tan universales, que nos afectan a todos (y que en mayor o menor medida siempre están ahí) que es fácil hacer pronósticos al respecto que cuando nos cojan un poco bajos de moral nos resultarán incluso asombrosos y nos harán buscar ahí la solución a lo que nos rodea, desgraciadamente en la búsqueda no se hallan más que preguntas sin respuesta.

A veces se frivoliza tanto con según que temas, se comercializan tanto, se exprimen tanto, como si fuesen fenómenos que nos quedan tan lejos, en otra dimensión, que nos alejamos de las cosas espiritualmente importantes, como nosotros mismos y nuestro equilibrio mental. Probablemente la mayoría de incrédulos del mundo (y digo la mayoría, no todos) son personas que en alguna ocasión se han sentido estafadas o han visto como estafaban a alguien de su entorno con historias inventadas sobre la capacidad de la mente, la fuerza de los astros y la energía regeneradora de los chakras. Entonces, todo se convierte en una mentira, todo forma parte del espectáculo de brujas y magos ficticios y el mundo no es más que un gran globo que por casualidad flota marcando su rumbo sobre unos raíles imaginarios que lo sustentan y que nosotros calentamos a velocidad de microondas.
Es evidente que lo que tenemos dentro nos afecta, llamemosle alma, llamemosle mente ... lo que somos por dentro nos afecta. El cuerpo humano no es más que una máquina perfecta (sí perfecta, para mí no hay nada más perfecto que el funcionamiento de un ser vivo por dentro) que mediante varios procesos físicos, químicos, matemáticos ... nace, crece, se relaciona con el medio que le rodea, puede llegar a reproducirse, y muere. A pesar de lo complejas que son algunas de las reacciones físico-químicas que se producen en nuestro interior, algo más complejo aún es lo que realmente nos define, que no es ni nuestra digestión, ni nuestro abrir y cerrar de ojos, sino nuestra personalidad, lo que somos por dentro.
A menor escala, si discutimos con alguien se nos nota en el trato con los demás, incluso puede que esto comprometa nuestro apetito. Si nos dan una agradable sorpresa, evidentemente esto afecta a nuestra relación con los demás, y también puede que potencie por mil nuestro apetito. Si pequeñas cosas pueden afectar no solo anímica sino físicamente a nuestro organismo, cómo no iban a afectarnos grandes traumas, inconvenientes que trastoquen nuestro mundo, como no iban a provocar tal afección sobre una parte de nuestro cuerpo que, castigada continuamente, sea más débil y por tanto más fácil desarrollarse si se diera el caso una enfermedad.

Está claro que lo que nos ocurre por dentro nos afecta fuera, nos afecta físicamente. Pero me niego a creerme a aquellos que se empeñan en absolutizarlo todo, de dar un significado metafórico a todo, y digo TODO, lo que te sucede, como si pudiéramos permitirnos hallar la analgesia para un dolor de muelas leyendo el horóscopo.
Mi dolor de cabeza ha desaparecido, pero yo sigo siendo quien soy por dentro, nada ha cambiado hoy tras el cese del dolor.