martes, 30 de octubre de 2007

La vida de un emigrante


Hoy en día casi tod@s tenemos cuenta de correo electrónico, la mayoría de los que usamos este recurso tenemos varias, una suele ser formal, es la que usamos para enviar curriculos, y de manera más o menos seria, luego solemos tener una que nos sirve más a diario. Es la que solemos dar a los amigos, compañeros de trabajo y demás para enviarnos chorradas tipo videos locos del youtube y algún que otro chiste. Ayer, al revisar mi correo electrónico, el de pega, el que solo sirve para bromear y pulular por el messenger de vez en cuando, me encontré un correo electrónico de una compañera de trabajo. Uno de tantos, pensé yo, uno de esos en los que ves fotos espectaculares, bromas del Anda ya! o algún que otro correo en cadena que te auguran 1000 año de mala suerte si no lo envias en los próximos días (odio ese tipo de correos, estoy cansada de decir que no me los envien pero todo es en vano). Mi sorpresa fue mayúscula al leer el contenido del mail, contenido que leereis a continuación, literalmente y tal y como lo recibí:

Ahora la cosa ya está así, dentro de 20 años, o menos; ser ciudadano Español de origen Español, va a ser una autentica desgracia...

LA VIDA DE UN EMIGRANTE
¡Qué suerte! Mi hija ya va a la guardería, antes que cientos de niños españoles, gratis y sin esperar cola. Estoy de enhorabuena, me concedieron un piso hace 5 años pagando muy poquito dinero, pasados esos años, lo he vendido y me he llevado a mi país toda la plata y los pobrecitos españoles tendrán que trabajar más para pagar tres veces más y que no se lo den, aunque a decir verdad, para algo tengo más puntos que ellos y si encima denuncias a tu marido por malos tratos, creo que ya te dan la pera de ellos..!! Ayer me regalaron el abono transporte, me vendrá bien ahorrar esos 50 euros. Actualmente, aunque me encuentro cobrando la prologa del paro (REMI), otros 6 meses más por ser extranjera, tengo intención de convertirme en trabajadora autónoma, ya que me han dicho que los 5 primeros años estamos exentos de impuestos. Ahora ya soy trabajadora legal y aprovechando esa ley de reagrupación familiar, podré traer aquí a mis 7 hijos y a mis papitos que van siendo muy mayores para que les cuiden en una residencia de esas que son gratis, ah! también a mi hermanito que allí esta enfermo, que me han dicho que montándotelo bien te dan una ayuda indefinida por incapacidad. Fíjate si serán solidarios los Españolitos, que sabiendo que nosotros somos una población mucho más joven que la de ellos, con seis hijos más de media, ya nos dejan votar en las siguientes selecciones para que podamos gobernar en unos años el país, pero que majos son! Es que son tan generosos!! Lo que no entiendo es por qué se nos dice que contribuimos a la inseguridad, que se hubiesen preocupado de esas personas que blanquean sus antecedentes penales por 100 euros en las comisarías de sus países de origen para poder entrar en España, además, los que delinquen son bastantes menos de lo que la gente se piensan, ya que somos muchos los nacionalizados, y oficialmente figuramos ya en la lista de españoles, por lo tanto no creo que sea justo que ahora siendo ya Españoles se nos tachen de de ello. También nos dicen que estamos formando guetos, y no es cierto, abarcamos ya todos los barrios de las distintas ciudades, ellos son los que se deberían de preocupar de no crearlos. Que cada vez van siendo menos y nosotros más, fíjate, hasta dicen que no ponemos de nuestra parte para integrarnos en este país, que se integren ellos!! Que nosotros que cada vez somos más y no tenemos necesidad de abandonar nuestra cultura! Quiero tener muchos hijos aquí, no entiendo como este país tiene la tasa de natalidad tan baja con la cantidad de ayudas que recibimos.
PREGUNTAS: ¿Crees tú que el emigrante de primera o segunda generación, tiene más derechos, por ejemplo, que nuestros jubilados que se encuentran en los hospitales en una lista de espera mientras atienden a todos los que vienen de fuera? o incluso más que nuestros mayores que levantaron y reconstruyeron el país de sol a sol, tras pasar por una terrible guerra civil y ahora les ha quedado una paga mensual de mierda? Todo ello contando con que les quieran sus hijos, porque sino se ven debajo de un puente por no tener una mísera residencia para ellos que bien seguro se lo han ganado. ¿Que perfil de extranjero crees que viene a España (y no a Portugal o Gibraltar que está a la misma distancia),¿crees que es el del hambriento? Acaso son aquellos que se puede permitir el lujo de dejarse una pasta en el billete de avión? El que paga 6.000 euros a las mafias por traerles a España (toda una millonada en su país? o son esos que vemos en la tele rodeado de moscas? que son los que no pueden cruzar la valla porque no pueden sujetarse en pie, y mucho menos tener una televisión en sus casas donde puedan ver y comprobar, que es la ostia 'emigrar' a España donde allí vale tó?

¡¡DE VERGÜENZA!! NI QUE SEAS DE DERECHAS O DE IZQUIERDAS, LO TUYO, POR DIGNIDAD, YA ESTA BIEN DE QUE SE RÍAN DE NOSOTROS, PÁSALO!


ESCRITO y PUBLICADO EN UN DIARIO GRATUITO DE MADRID.

Al terminar de leer el citado correo no podía terminar de creerme lo que acababa de leer, decir que me parece un panfleto fascista y retrógrado propio de otra época, que me parece apología xenófoba cargada con tintes mezquinos, engañosa y cruel, que solo trata de engañar a los más analfanetos y asustadizos españolitos de a pie y ensalzar ideas racistas y clasistas propias de la derecha más extrema me pareció la conclusión más adecuada a esta agrupación de letras, unidas para formar palabras que leidas en sus totalidad solo engendran injusticia y odio.
Lo que más me preocupa de este tipo de razonamientos xenófobos, si es que se le pueden llamar así, es que no solo forman parte, como muchos de nosotros queremos creer, de una minoría derechista que se manifiesta todos los 20 de Noviembre para celebrar el aniversario de la muerte de Franco. Puede que letras como estas provengan de ahí, pero están escritas a drede para calar en gente que, lejos de aceptar el intercambio cultural, de viajar, de conocer a los que son "diferentes" a ellos, viven una vida que adolece de cambios y dónde estos, no son bien recibidos. Gente que necesita a quien culpar de sus miserias, de las colas en el médico, de la falta de acceso a la vivienda, de que su hijo no encuentre trabajo... y en toda esta lógica preocupación, más allá de culpar a gobiernos, economía o capitalismo incipiente, toman el camino fácil de culpar lo diferente, lo nuevo, de culpar a aquellos que otros les señalan con el dedo como los culpables de que ellos no encuentren la comodidad que anhelan.

Hace poco, en el Hospital en el que trabajo, la sala de espera de urgencias estaba llena de gente. Unos, enfermos, otros (la mayoría) con simples resfriados y gastroenteritis que ya hubieran sido atendidas en sus centros de salud, o en caso de que no hubiese sido el caso, que eran supceptibles de esperar en casa hasta ver al médico de cabecera, porque ir a urgencias para eso solo conlleva que aumente el tiempo de espera, y eso es algo que perjudica a todos, más allá de cómo sea el sistema sanitario español. Pero voy a la cuestión que este es otro tema. El hecho es que con la sala de espera llena hay que poner unos límites, y estos son el intentar que por cada paciente haya solo un acompañante, de manera que sea más cómodo para el paciente, que no tiene ganas de nada y solo quiere estar tranquilo y que lo atiendan pronto. Cuando pretendíamos poner entre unos cuantos orden para intentar que los compañantes de más se fueran de la sala, una señorita (llamémosla así) dijo a voz en grito:

- Lo que teneis que hacer es sacar de la sala a tanto negro y tanto sudaca extranjero para que los españoles podamos sentarnos en la sala de espera con nuestros familiares enfermos.

No pude contestarle porque estaba trabajando, porque me hubiera peleado con ella, y con muchos más que sonreían y pensaban como ella, no pude contestarle porque es absurdo debatir desde la razón y la solidaridad un argumento que viene de la sinrazón y el odio a lo desconocido.

He intentado buscar en internet el supuesto periódico madrileño donde publicaron dicho artículo, no lo he encontrado, lo que si he encontrado es este foro donde alguien pone las mismas palabras que a mi me enviaron por correo, no dejan de sorprenderme las respuestas que recibe ante estas.
Como contraréplica a este tipo de escritos podría dar mi opinión, podría decir los errores en los que caemos si pensamos de esa manera, si juzgamos a la gente por su pais de procedencia, su color, sus creencias, sus tendencias, pero no lo haré. No lo haré con mis palabras porque que ocurran este tipo de cosas me enfandan, me cabrean ... y con esos sentimientos no quiero rebatir palabras tan crueles. Dejo pues unas palabras de Robert F. Kennedy, que creo que dicen con acertada sabiduaria lo que quizá yo diría con excesiva rabia:

... siempre que se rasgue el viento de una vida, que otro hombre ha tejido, torpe y penosamente, para él y sus hijos, siempre que hagamos eso, la nación entera será degradada. Y sin embargo parecemos tolerar un nivel creciente de violencia, que ignora nuestra común humanidad, y nuestras demandas a la civilización. Demasiadas veces celebramos la arrogancia y la chulería, y a los bravucones, demasiadas veces excusamos, a los que quieres construir su vida sobre los sueños destrozados de otros seres humanos. Pero hay una cosa clara, la violencia engendra violencia, la represión engendra venganza, y solo una limpieza de toda nuestra sociedad, puede arrancar este mal de nuestros corazones. Pues cuando enseñas a un hombre a odiar y temer a su hermano, cuando le enseñas que es un ser inferior, por su color, o sus creencias, o las normas que siguen, cuando le enseñas que los que son distintos a ti, amenazan su libertad, o tu trabajo, o tu hogar, o tu familia, entonces aprende también a enfrentarse a los otros, no como conciudadano, si no como enemigos, recibiéndolos no como cooperantes, si no como invasores que subyugan y someten. Y al final aprendemos a mirar a nuestros hermanos como extraños, extraños con los que compartimos una ciudad pero no una comunidad, hombres ligados a nosotros en una vivienda común, pero no en un esfuerzo común. Tan solo aprendemos a compartir un miedo común, solo un deseo común, de alejarse del otro, solo un impulso común, de superar el desacuerdo con la fuerza. Nuestra vida en este planeta es demasiado corta, el trabajo por hacer es demasiado grande para dejar que ese espíritu prospere por más tiempo en esta tierra nuestra. Desde luego, no podemos prohibirlo con militares, ni con una resolución, pero quizás podamos recordar, aunque sea por un momento, que aquellos que viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten con nosotros el mismo corto momento de vida, que solo buscan, como nosotros, la oportunidad de vivir la vida con bienestar y felicidad, disfrutando lo que la satisfacción y el logro les proporciona...

lunes, 29 de octubre de 2007

Al otro lado


He pasado el fin de semana viendo películas de terror. Bueno, en realidad no ha sido lo único que he hecho, no seamos tan estrictos, también me ha dado tiempo a trabajar, mosquearme, tener visita fugaz, reír, comer, pasear, comer otra vez y vomitar, vomitar y vomitar por haber comido tanto y porque mi estómago: perro, malo y sádico donde los haya, no me permite la posibilidad de cualquier humano de cebarse un día a base de comida, cerveza y dulces porque se rinde, se para y deja de digerir ... dolor, nauseas, vómitos y cara de gilipollas mirando en la taza del water aquella tarta que te comiste diciendo: Uhmmmm, deliciosa!!!!!
Pero bueno, aparte de ese pequeño detalle y que hoy solo estoy dispuesta a consumir Aquarius, pase gran parte del fin de semana viendo películas de terror. No es algo que hubiésemos programado, simplemente se fue dando y cuando acordamos estábamos rodeadas de asesinos en serie, maltratadores claustrofóbicos que abusaban de tus miedos para recrearlos y hacerte vivir una pesadilla, casas inteligentes con espíritus atrapados y llamadas telefónicas insistentes que acaban por confesarte "Voy a matarte".
Me encantan las películas de terror, siempre me han gustado, siempre acabo por preguntarme, cuando me encuentro atrapada en ella y camino junto al protagonista por los pasillos de una casa abandonada "¿Que necesidad tendré yo de estar llevándome un mal rato como este?" Porque, realmente lo paso mal (si la película es buena, si la banda sonora acompaña, si no es muy predecible...), pero es mayor el placer que me reporta la adrenalina quemada, el querer huir con los pies pegados al sofá, el querer gritar con la boca tapada por algún cojín, el querer empujar a la victima para que corra, para que mire, para que dispare... que el hecho de estar sufriendo.

El cine de terror de ahora no es como el de antes, la gente ha cambiado, la sociedad ha evolucionado hacia otras cosas y hoy día son diferentes los miedos que tenemos hacia las cosas que los que se podían sentir hace tan solo 10 o 20 años. Incluso ha cambiado el formato de película según estemos tratando el miedo desde una perspectiva u otra. Cuando tocamos la huída, la búsqueda, el desconcierto... hablamos de cine de suspense, nos deja en suspenso, en el aire toda una trama que hemos de ser capaces de resolver antes de que lo haga nuestro incansable compañero de fatigas tras la pantalla. Sufrimos con él y sospechamos de todo y todos, solo nos tenemos a nosotros mismos para salir de una situación angustiante que nos tiene atrapados y que solo con la búsqueda de la verdad estableceremos el orden en nuestra vida. El otro, el cine de terror, sí y solo sí está bien hecho, es un cine más oscuro, un cine lleno de trampas, de muertes, donde los dos planos se cruzan para dar vida a una realidad terrorífica. Dos planos, que no siempre son los mismos, tradicionalmente fueron el de la vida y la muerte, el de los vivos y los no-vivos; los otros dos son el de la locura y la cordura, la delgada línea que separa a una de la otra y que nos hace sentir tan pronto en uno de los extremos como en el otro.
Nuestros miedos han cambiado, sí, hoy día seríamos pocos los que nos asustaríamos con un Frankenstein, quizá algún que otro ¡ay! procedente de una buena combinación entre el aumento de la música y la aparición de una mano que nos toca la espalda cuando no lo esperábamos. Pero eso no dejan de ser sustos ocasionales como el que trata de darte alguien escondido tras una puerta, o alguien que intenta acabar con tu ataque de hipo: aparece, gritas y ahí termina todo, luego incluso puede haber risas.
Hoy en día hace falta más para asustarnos, nos hemos acostumbrado a la sangre, a la guerra, a los asesinos, incluso en lo paranormal, nos encontramos con programas de espíritus y espiritistas con información e incluso guías de comportamiento con fantasmas: No tengas miedo, háblale; mantente firme, tú eres el vivo, tú mandas... evidentemente no nos va a dar por pensar eso viendo poltergeist aunque, quien sabe.
Hoy en día, por lo general, lo que realmente nos aterra es aquello que pensamos que realmente puede llegar a pasarnos. Mientras más dentro entre la historia en nuestra cabeza, mientras mayores posibilidades haya de que te pase lo que le está ocurriendo a el/la protagonista, mayor terror seremos capaces de albergar, mayor identificación con el personaje, mayor sensación de alivio en su alivio, mayor stress en su miedo, mayor miedo ante la posibilidad de perder su vida, y con ella, la batalla. Porque en este punto, no estamos hablando de perder a nuestra pareja, de perder la casa, el coche, el trabajo. No estamos hablando de perder a nuestro hijo trágicamente en un accidente de trafico, estamos hablando de perder la vida, lo más preciado que tenemos, lo único que si perdemos tendrá como consecuencia que dejaremos de existir, dejaremos de ser nosotros, y ahí es cuando sale nuestro instinto de supervivencia, nuestra adrenalina quemada, nuestra capacidad para luchar sin tregua más allá del dolor físico que sintamos.

En definitiva, y aunque parezca mentira, este tipo de cine tiene el objetivo de entretener, de hacernos pasar un buen rato (aunque se trate de un rato de miedo), como las atracciones de un parque temático, adrenalina y gritos por un tubo. Se trata de recrear de manera artificial una realidad que nos haga segregar sustancias que nos hagan sentir las cosas como si verdaderamente nos estuviesen sucediendo, y sintiendo, esto no lo tengo tan claro, algo parecido a lo que sentiríamos en la vida real ... prefiero seguir sintiéndolo al otro lado de la pantalla.

viernes, 26 de octubre de 2007

Lo siento, no hay concierto

Llevo unas semanas volviendome loca intentando encontrar la manera de ir al concierto de Sara Bettens (ex K´s Choice), pero me temo que nos vamos a quedar con las ganas. La única manera de verla es plantarse en cualquier ciudad europea por la que pase (Bruselas, Paris, Amsterdan ...) ya que por España no tiene visos de que toque alguna vez. Habría que conseguir la entrada, conseguir los billetes de avión (y lo más baratos posibles), conseguir que los días encajaran en el curro, los tuyos y los mios, y que a su vez coincidiesen con alguno de los días de concierto en capital de país, tipo bruselas, porque no creo que haya demasiadas compañías de Low Cost que nos lleven hasta Sandweiler o Deventer.
En fin, que aunque todos los días miro mis fechas disponibles, las del concierto, la de los vuelos ... voy asumiendo que lo que empezó siendo una idea loca y maravilosa, casi una sorpresa, acabará convirtiéndose en un desastre cuya consecuencia es que no podremos ir a verla en directo. Siempre nos quedarán sus discos, y el emule, que la mayoría no los editan en España.

jueves, 25 de octubre de 2007

Teletrasnportando


He pasado mucho tiempo con el tiempo vacio, vacio de cosas, vacio de contenidos, vacio de planes y vacio de momentos. Las horas pasaban como los días sin viento, sin erosión, sin cambio, con una calma total que avanza a pesar de estar estancada.
Ahora pasa el tiempo desbordado de cosas por hacer, de ideas, viajes programados, canciones por escuchar y libros por leer. Ahora el tiempo se ha hecho finito, acotado, como un cesto desbordado de manzanas de la felicidad que no da abasto a ceder fruta a otros días ya completos ... Y añoro tener más tiempo para ocuparlo todo, y odio ocupar parte de mi tiempo en cosas obligadas y no inventadas, y recuerdo los momentos en que el tiempo fue perdido, es demasiado tarde para invertir el mecanismo y que los segundos del pasado se sumen a los del hoy para tener días de 48 horas.

Es quizá absurdo hablar de tiempo, hablar de límites que entorpecen nuestro devenir pues este, no deja de ser nuestro propio invento. Pero para hacer las cosas que queremos, todas las que planeamos y deseamos, necesitamos hacerlas en este plano, porque es en este en el que las soñamos, y en este, necesariamente, existen los límites, existen las horas, existe el tiempo.
El tren sale a las 7:05 de la mañana, llegará a las 7:45. El concierto es a las 20:00 h, salgo del trabajo a las 17:30 h ... siempre he pensado que deberían dejar de decirnos cosas evidentes como: El departamento de nutrición de la Universidad de California ha descubierto que el consumo habitual de frutas y verduras es bueno para la salud diaria ... Alguien debería hacer de una vez algo útil e inventar el TELETRANSPORTADOR, pequeño, de bolsillo, lo sacas y metes un dedo, te vas desintegrando, poco a poco entras en el pequeño y caótico agujero y apareces hecha y derecha justo en el lugar que deseas, al instante, sin colas, sin overbooking, sin perdernos cosas deliciosas por falta de espacio, por exceso de espacio entre ellas y nosotras ... por falta de tiempo.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Un auténtico milagro



Hoy ha vuelto la lluvia. Ha vuelto sin el ruido de las últimas veces, sin los relámpagos que lo iluminan todo, los que despiertan miedos de la infancia, sin la cuenta atrás, sin el ensordecedor sonido de la tormenta. Ha vuelto callada, con tímidas gotas que se prolongan en el tiempo, con destellos húmedos que empañan los cristales y que te absorven, dejándote hipnotizada con la nariz pegada a la ventana. Hoy ha vuelto la tristeza feliz que provoca la nostalgia bien acogida, esa que reconforta como una manta tras el frío, como una taza de caldo tras un paseo invernal, esa que surge de un paisaje aderezado con las notas de una melodía maravillosa, notas que traspasan la coraza de la piel y se quedan pegadas a tu alma, o a la parte del cerebro que es capaz de rememorar instantes maravillosos, y revivirlos, y palparlos de nuevo ... esa parte que te hace entrar en una ensoñación que rompe el momento y se vuelve real, y forma parte del presente.

Descubrir a Faruk y su Árbol de la paciencia fue descubrir la sincronía entre la vibración que algunas de sus notas provocan en consonancia con ciertos sentimientos de llanto desconsolado y placentero. Leí hace un tiempo que se pensaba que determinados sonidos podían describir a Dios, que durante siglos se ha tratado de encontrar esa vibración, ese sonido que, escuchado por el oído humano, le hiciese sentir que estaba escuchando algo importante, porque su cuerpo recibiría a este como un elemento casi familiar, como una llave magistral que se abriría paso hacia el corazón del ser humano.
No creo que esto se haya conseguido, no al menos para definir el concepto universal que se tiene de Dios, pero creo que en muchas ocasiones se ha rozado la perfección que se le supone a ciertas piezas que se resbalan hacia tu interior, siendo capaces de abrir la caja de Pandora de los sentimientos dejándolos fluir. No creo que esto sea universal, al menos en todos los casos, hay vibraciones musicales que a todos nos afectan, que casi todos coincidimos en afirmar que nos hacen sentir de una manera especial. Otras veces esto no ocurre, son notas que solo afectan a unos pocos, que se siente reconocidos y conmovidos al encontrar, tras un tiempo de búsqueda y soledad, a aquellos que sintieron lo mismo la primera vez que escucharon esas notas. En cualquier caso, más allá de lo que determinada música provoque en nosotros, no deja de parecerme un auténtico milagro que ciertos sonidos entrelazados para formar música tengan la capacidad de alterar nuestro estado de ánimo, de rescatar sentimientos, no ya recuerdos, que no dejan de ser retazos de nuestra vida almacenados en alguna parte de nuestro cerebro, hablo de sentimientos vividos que nos hicieron reír, llorar, sonrojarnos, precipitarnos, hablar, escribir, componer, estudiar, soñar ... y que vuelven a invadirnos pudiendo reconocerlos, pero sin dejar de ser tan intensos como lo fueron la primera vez.

Supongo que todo esto, como casi cualquier cosa a día de hoy, tendrá una explicación científica que nos hablará de asociación de conceptos y demás, pero hoy está lloviendo, y a pesar de cualquier explicación lógica, no deja de parecerme un auténtico milagro.

viernes, 19 de octubre de 2007

Mentirosos compulsivos


Hace poco hemos podio leer en la prensa el caso de Tania Head, en realidad Alicia Steve Head, una barcelonesa que se hizo pasar por victima del 11 de Septiembre llevándola su propia mentira a ser la presidenta de la red de supervivientes del World Trade Center. Este tipo de patología en la que la mentira se escribe con mayúsculas es conocida por los especialistas como Pseudología fantástica, una tendencia a mentir compulsivamente propia de personas inteligentes necesitadas de autoestima, que cuantan historias buscando protagonismo en ellas y que, en ocasiones, llegan incluso a creerse.
La mentira es un recurso que todos, en mayor o menor medida, usamos a lo largo de nuestra vida. Mentimos para quedar bien, mentimos por compromiso, mentimos por piedad, mentimos para sacar beneficio, mentimos para colarnos en la cola del banco, del super, para ligar, para conquistar, para desembarazarnos de alguien ... Probablemente la mayoría de las veces no midamos las consecuencias de nuestra mentira, quizá la usemos, sin más, como un recurso para que algo o alguien no cambie nuestros planes, no vemos mala intención en el hecho en sí, quizá porque tampoco este hecho para dañar a nadie. Es cierto que existen mentiras crueles, engaños capaces de hacer mucho daño y que surgen a sabiendas de que eso provocará más de un dolor de cabeza, pero ese tipo de mentiras son más producto de la maldad que de la mentira en sí.

Hace unos años me topé de cara con un mentiroso compulsivo. Su vida, al menos como los demás la veíamos desde fuera, era un inmenso plato soso e insípido, un atracon de lexatines metafóricos que le hacían parecer siempre adormecido y aburrido. Su silueta deambulaba entre nosotros como una sombra callada que hace compañía a base de presentir una presencia que existe pero que no termina de dar señales de vida. Su persona solo se hacía notar de vez en cuando contando historias fantásticas que siempre le ocurrian de manera ajena a nosotros y en lugares y con personas donde no teníamos acceso. Sabíamos que mentía, era algo que todos imaginábamos, incluso en ocasiones hablábamos de ello, sobre todo el día que nos contó que había estado en una boda cuyo invitado de honor había sido el mismísimo Principe de Asturias. Eran mentiras evidentes, evidentes e inocentes que todos aceptábamos porque siempre habían estado ahí, porque escucharlas era la única forma que teníamos, la mayoría de las veces, de escuchar su voz, de que formase parte del estranbótico grupo que formábamos.
Cierto día, de cierto verano que pocos olvidaremos (cada uno por lo suyo), entabló una conversación normal, sin famosos, sin grandes fiestas, sin situaciones rocambolescas. Nos habló de él, de lo que sentía, de lo que vivía. Nos habló de su homosexualidad, algo que todos habíamos supuesto y respetado pero de lo que él jamás había hablado, nos habló de lo especial que era alguien que había conocido y que ahora formaba parte de su vida, nos habló de planes, de gustos ... nos reimos juntos, nos contamos cosas, nos desvelamos secretos y soltamos algún que otro "ya sabía yo" recibido con risas y alguna que otra carcajada.
La historia, esa historia que todos creimos, por fin, y con la que todos nos sentíamos partícipes de su vida se fue trasformando poco a poco en una locura de accidentes de tráfico, chico en coma, una última declaración de amor y llamadas de teléfono cargadas de angustia. Todos fuimos conscientes de que el verdadero drama provenía de la intención por su parte de matar a un fantasma que nunca existió y que esta vez había llevado demasiado lejos. Fuimos conscientes que la trama comenzó el día que alguien dijo que podían venir a comer a su casa un día de estos, y no había nadie que llevar a comer a su casa.
Tomamos una decisión, acertada pensé entonces, ahora tengo mis dudas y no sé si fue lo más correcto, o si más allá de ser acertado lo hicimos de la manera más apropiada. Fuimos a él y le hablamos, le preguntamos, le presionamos y acabamos por confesarle que sabíamos que mentía y que terminase por reconocerlo de una maldita vez. Lo hizo, pero al final, al borde del precipicio, al borde de la absurda amenaza de que si no lo hacía se quedaría solo, que dejaríamos de estar ahí para escucharle. Que irónico que fuese precisamente una mentira lo que le hizo salir de la suya propia, nunca habríamos permitido que se quedase solo.

Las lágrimas empezaron a correr por su rostro, las palabras apenas salían de su boca y tímidamente se escuchaba un "lo siento" que no debía ser para nosotros sino para sí mismo. Le abrazamos para que supiese que seguíamos ahí, que todo seguía igual ... y todo siguió igual, poque lo único que conseguimos fue que cambiase su dramática mentira por otra más light que venía a justificar a su hermana mayor.
El resultado de esta historia es que con los días, con las semanas venideras tomó un camino que le separó definitivamente de nosotros y de nuestras vidas, un camino hacía una nueva mentira que le alejase de su mayor tormento, ser quien no quería ser, ser alguien que se repudiaba a sí mismo cada vez que se sorprendía mirando a los que son como él y no a las que debía mirar con deseo.
No sé si fuimos nosotros, todos, los que tuvimos las culpa de que él tomase una decisión que vestida de hábito negro, se dedique a vertir mentiras sobre los fieles sin que estas sean cuestionadas, mentiras que vienen de boca de un hombre de Dios.

Las mentiras, pienso ahora, son mala cosa cuando están hechas a drede y con una clara intención de perjudicar a alguien. Luego hay otras, las que solo sirven para que alguien se sienta mejor consigo mismo, para que alguien ponga en su vida la emoción que no es capaz de encontrar en la realidad de cada día. Nos sentimos protagonistas de libros antológicos, de películas cargadas de mensajes ficticios que nos acercan a una realidad que consideramos más bella, o más excitante ... pero no dejan de ser sensaciones controladas por nuestra mente que nunca, o casi nunca, salen a la luz; donde otros te juzguen, donde otros te hagan ver que ese mundo solo existe en tu cabeza y que los demás no tienen porqué ser partícipes de tu fantasía.
Ahora me pregunto ¿Somos quienes para cargarnos el libro no escrito que alguien nos cuanta como propio, aún a sabiendas de que este no existe, si no le hace daño a nadie? En mayor o menor medida todos somos un poco mentirosos.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Al menos una vida



Ayer era un día como otro cualquiera, pero para ti y para mi no lo era. Hace tiempo que nos conocemos, mucho, quizá más de diez años, no lo sé, no lo recuerdo. Recuerdo tu cara de entonces, tus palabras de entonces, tu sonrisa de entonces ... pero no tengo muy claro cuando aparecieron, tendría que pensar mucho, acceder a tu recuerdo a través del recuerdo de lo que hacía con otra u otras personas, y no es así como quiero llegar hasta ti. Lo que sí que recuerdo es que hoy, hace seis años y a pesar de conocernos de antes, nos encontramos por fin.
El día que me descubrí pensando en ti quise taparme la cara con una bolsa de basura negra, tupida, como sin con la luz del día se fuese a marchar también el mundo, como si con el mundo se marchasen también mis sentimientos por ti. Desde el día que me sorprendí pensando en ti, no he dejado de hacerlo ni un solo día.

Ayer trabajamos, tú y yo. No pudieron repetirse escenas de otros años en las que me despertaba el amarillo intenso de un falso sol de papel que habías colgado del balcón, solo para mi. No pudo repetirse una mañana llena de besos y sexo, una cena cargada de conversaciones y alcohol donde acabamos confesando de nuevo lo que sentimos y ampliamos la prórroga un año más, hasta el año próximo. A pesar del trabajo, está claro que no podías dejar atrás esa maravillosa insolencia tuya de ponerme la cara a parches de colores, y cuando menos lo esperaba, me llaman para un asunto urgente que resultó ser un tipo, cansado ya de buscarme por tan enorme lugar, cargado con un precioso ramo de rosas. En ese momento quería que me tragase la tierra, luego quería que me tragase contigo dentro.

No sé el tiempo que durará esta locura de amor y besos, de anhelo, de costumbre, de risas, de pies, de caricias ... no sé lo que durará y no quiero pensarlo, pero casi sin darnos cuanta ya van seis largos y preciosos años, quien nos iba a decir.
El mundo sigue dando vueltas como loco, esa es su misión, y tú sigues poniendo mi vida al revés y sorprendiéndome cuando menos lo espero como si el tiempo no hubiese pasado. No es fácil decir para mi lo que significas en mi vida, debía bastar con decirte que no sé si sabría inventar un solo día en el que no estuvieras en ella. No me gustan los tópicos, tú lo sabes más que nadie, no me gustan los "no podría vivir sin ti", suelen ser mentira, los "no soy nada sin ti", porque ya eras alguien antes de que nada ni nadie entre en tu vida, pero si que existen los deseos, esos conviven con nosotros y son los que la mayoría de las veces nos hacen seguir adelante. Y tu, eres mi mayor deseo, el más amado, el más recóndito, el más preciado ... hoy deseo que siga siendo así, al menos una vida entera más.

lunes, 15 de octubre de 2007

Tras el puente


El puente ha pasado en un abrir y cerrar de ojos. Sueño atrasado, remoloneo en la cama, paseos, cañas con los amigos, comida basura (o rápida, o de último minuto), tequilas, sal y limón, series, películas, teatro (risas, sorpresa, magia ... me encantó), más cama. Es increible la de cosas que se pueden hacer en un par de días, la de cosas que seguro he dejado de hacer y podía haber hecho.

La últimas semanas, al despertar, se han convertido en una auténtica sorpresa, una apuesta diaria que me hago a mi misma sobre lo que me voy a encontrar al asomarme por la ventana que se esconde tras la cortina. ¿Sol o nubes? Por ahora prefiero los días nublados, si acaban derramando agua mejor. El sol, aún así, se niega a abandonarnos. Cuando sale lo hace como una herida que está curando y pica, y marea, y sudas ... en estos momentos añoro un poco de nubes y humedad donde esconderme tras sus matices grises y que el paisaje acompañe a mi mente.
El sábado me dijo un amigo que últimamente estaba muy volatil, le pregunté a qué se refería exactamente, no quiso o no supo contestarme. Pensaré acerca de ello, no me siento así pero me provoca curiosidad que usase justo ese termino.
Suponiendo que haya aplicado esa palabra en todo su sentido, o todos sus sentidos, me encontraria con:
1- Que pueda o puede volar
2- Dicho de una cosa: Que se mueve ligeramente y anda por el aire (átomos volátiles)
3- Mudable, inconstante
4- Dicho de un líquido: Que se transforma espontáneamente en vapor

Aplicando todos mis sentidos y haciendo uso de todas las posibibilidades he de decirle, si se refiere a cualquiera de estos conceptos:
1- No puedo volar físicamente, solo con la imaginación, antes lo hacía en sueños pero hace meses que no ocurre.
2- Suelo andar rápido, como si llegase tarde (a eso me han llevado las prisas y el trasiego de gente, creo que he olvidado cómo se paseaba), y en ocasiones estoy en las nubes, sí, aunque nada que ver con átomos volátiles.
3- No hago mudanza con facilidad, no digiero bien los cambios. Solo soy inconstante con aquello que no me importa, como todos, supongo.
4- Definitivamente ha de tratarse del líquido que espontaneamente se trasforma en vapor. Este sol de agosto prolongado me descompone el ánimo, lo hace añicos y tengo que adaptarlo a las nuevas circunstancias, las que me encuentro tras retirar la cortina y que el amarillo venza al gris. Me volatilizo y me dejo llevar, ya caerán mis gotas de nuevo en la cama con el frio de la noche y, de nuevo condensada, esperaré no volatilizarme en un nuevo y precioso día en que el amarillo venza al gris.

domingo, 7 de octubre de 2007

In my secret life


Que la voz medio ronca, medio aterciopelada de Leonard Cohen araña almas, quiebra corazones, no es para mi ningún secreto. A mi estado anímico al menos, le ocurre. El Cd gira para detenerse de pronto el tiempo en una canción, comienza la música y aparece su voz, y con ella ... se detiene mi mundo.
El techo azul de reflejos dorados bajo el que avanzaba mi coche se agotaba lentamente para adentrarme en una cúpula extraña de nubes grisáceas que se mezclaban con algodones rosáceos de feria infantil. Las palabras iban saliendo por su boca como susurros y su vida secreta me trasladaba a la mía, donde suelo refugiarme en sueños de papel o en cleenex de melancolía.
En mi vida secreta no hay decorado fijo, el mundo se convierte en mi Dogville particular donde empujo cajas y arrastro muebles que se transforman en verdes prados a veces, oscuros bosques nevados otras, donde llueve cuando quiero mientras tomo el sol bajo el amparo de un arco iris perfecto, donde puedo ver el sol de perfil.
En mi vida secreta no vuelves a sentirte sola, criticada, arrugada, perdida; los años se cuentan por sonrisas y los paseos por viajes inolvidables en los que disfrutas de la compañía de quien siempre amaste y que siempre le costó tanto corresponder con hechos ese amor; en mi vida secreta no hay fuegos que apagar, tampoco queda ninguno por encender, no existe la rutina porque el cambio dejó de ser una palabra que daba miedo, porque las cosas nuevas se viven con sorpresa, porque las cosas viejas se disfrutan como un buen vino añejo.
En mi vida secreta no hay sitio para las balas porque no hay sitio para el poder, no hay sitio para la hipocresia porque no hay sitio para la mentira, no hay sitio para el abuso porque no hay sitio para la subestima, para la dependencia, para cantidades de alcohol desproporcionadamente nocivas.
En mi vida secreta no existen los gritos, salvo los que son para festejar algo, no existen los golpes, salvo los que son dados en la espalda para expresar orgullo, o con un chupito de tequila en la barra de cualquier antro, no existe el dolor, salvo el que provoca en mi mandíbula el no dejar de sonreir.
No existen conversaciones pendientes con espinas clavadas en el estómago porque ya está todo hablado, no se disfraza de amor y amistad la oportunidad de no tener que hacer las cosas solo. En mi vida secreta digo las cosas que ahora callo, silencio las cosas que nunca debí haber dicho, soy valiente cuando tengo miedo y solo tengo miedo, durante unos segundos, cuando vuelvo cada día y mi vida secreta se aleja de mi. Dura lo que dura una canción, pero existe, en algún lugar, y mientras exista trataré de trasladarla algún día a este otro mundo, para que así deje de ser secreta.

sábado, 6 de octubre de 2007

Animal de costumbres


Cuando tenía 17 años, más o menos, descubrí una frase de Lennon que por la época en que la leí trastocó un poco mi mundo: "Nos pasamos la vida esperando que nos suceda algo, y lo único que pasa es la vida", o algo así. Puede que la hubiese leido antes, no lo sé, el hecho es que hasta aquel momento no tomé conciencia de lo que trataba de decir, o almenos esa serie de palabras unidas cobraron un sentido especial para mi que hizo que cambiase el chip con respecto a muchas de las cosas que me rodeaban.
A veces pienso que la vida está cargada de mensajes subliminares, como un guión en el que apenas tienes líneas, pero que está cargado de subtexto, donde puedes conseguir que el personaje pase de decir tres simples frases a convertirse en alguien fundamental para el desarrollo de la escena, solo con la pose, la intención, la mirada, los silencios ...
La vida está cargada de palabras escondidas, de llaves magistrales que se hacen más o menos visibles a nuestros ojos según el estado anímico en el que nos encontremos. Podemos escuchar las mismas cosas miles de veces, estar en miles de sitios que, de pronto, serán transcendentales para nosotros porque la llave entra al fin en la cerradura que hay en nosotros y que, quizá, permaneció cerrada durante demasiado tiempo.
Es como cuando desconoces una palabra, o una canción, o un autor; de pronto un día oyes hablar de ello y como si se abriese un nuevo mundo para ti empiezas a escucharlo por todas partes, y te preguntas: ¿Realmente siempre estuvo ahí y yo no podía verlo? ¿Cómo puede ser que desconociese algo que ahora aparece por todas partes? Quizá siempre existió aunque nunca le dimos demasiada importancia, no era nuestro momento.
A veces las horas pasan, los días pasan y no somos conscientes de ello. La noche precede al día, el día da paso a la noche, y en medio estamos nosotros, llenando nuestro tiempo con cafés, palabras, trabajo, tabaco, películas, sexo ... más tabaco. De repente nos levantamos un día y algo nos hace sentir un pequeño pellizco en la barriga, algo reconocible, algo que nos dice que algo va mal y que por más que nos empeñemos en mirar para otro lado seguirá ahí, hasta que termine por dar luz a nuestra maltrecha cabeza asomándo una leve idea de lo que va mal y nos hace sentirnos así. A veces pienso que somos los últimos en enterarnos de lo que nos está sucediendo. Descubres que algo te hace sentir huraña, antipática, melosa, nerviosa, dicharachera, eufórica y tratas de ponerlo en conocimiento de alguien, quizá, cercano a ti. Entonces, te llevas la gran sorpresa de saber que hace tiempo que habían notado que algo te venía sucediendo, unas veces con conociemiento de que era aquello que te hacía sentir así, otras, solo sospechándolo. Tú, mientras tanto, solo dejabas que pasase la vida.

Últimamente la rutina de mucha de la gente que me rodea se está tambaleando sobre un hilo muy fino a punto de romperse. Algunos ya se han roto, y luchan por saltar sobre la red de seguridad y alcanzarlo de nuevo, hay que tener cuidado, la red también puede romperse y no es bueno decir aquello de: "Esto ya no puede ir peor". Todo esto hace que piense mucho, en ellos, también en tu propia vida y que tal te va todo ahora. Hace que recuerdes aquellos momentos en que a ti te fué de una manera más o menos parecida, para tratar de entender mejor aún cómo se sienten, para intentar explicar que de los pozos oscuros también se sale, aunque hay una cosas que tú aprendiste y que no debes olvidar, que todo llega a su debido tiempo y que nadie escarmentará en cabeza ajena. Hay que hacer uso de la paciencia pues, el que habla y el que escucha.
No sé si todo esto es producto del Otoño, del cambio de sigla en la edad, de escuchar una nueva palabra y que se abra un mundo nuevo ante ti. De cualquier modo, lo único que pasa es nuestra vida, pero la vida que pasa no es tan simple como a veces nos creemos, ni tan monótona, ni tan trivial. Si así fuera, no nos daría un toque de atención de vez en cuando para que le prestásemos más atención, no la echaríamos tanto de menos cuando de pronto un día alguien, o nosotros mismos, decidimos terminar con ella, no nos jodería levantarnos un día con un pequeño pellizco en la barriga que nos hace pensar que algo va a perturvar en breve la calma-rutina que llevas por vida.
En realidad, pienso que muchas veces tenemos miedo al cambio. A no poder imaginar cómo será nuestra vida sin un factor culquiera que hasta ese momento se había constituido como centro, o pilar básico de ella. El hombre es un animal de costumbres, y como tal, le aterra todo aquello que suponga un cambio radical en su vida, aunque eso sea lo que desee, aunque sepa que podría ser más feliz con ello.

viernes, 5 de octubre de 2007

Mago de Oz

Sentada, en el nuevo sofá del nuevo piso de una amiga, me quedaba ensimismada mirándo el ir y venir de coches a la gasolinera que tiene justo en frente. Los coches llegaban continuamente, avanzaban, llenaban sus depósitos y volvian a marchar para dejar su hueco en la cola de espera a otro coche. Por unos minutos no escuchaba apenas la conversación que se estaba produciendo, era como un movimiento hipnótico de piezas, que vistas desde arriba, se dedicaban a desplazarse las unas a las otras simulándo un péndulo extraño que golpease sus piezas en una sola dirección. Mi mente comenzó a divagar acerca de las miles de cosas que hacemos de manera individual y simple y que sin embargo forman parte de un gran engranaje de pequeñas cosas que, junto a la nuestra, forma un extraño ciclo de repetición imperfecto que tiene, evidentemente, consecuencias mayores de las que nosotros imaginamos o afrontamos cuando somos las protagonistas de la acción en sí.
Hasta aquí, pensaba, todo tiene su lógica. Formamos parte de un mundo donde creamos un sistema para el que servimos y que a su vez nos da un servicio. Nadie dice que este sea justo, por supuesto ni recibimos lo que damos, ni siempre damos lo que recibimos, ni tenemos todos lo mismo, ni recibiremos lo mismo cuando salgan los nuevos frutos de la unión de acciones individuales que forman una nueva máquina de la vida cotidiana. El problema, para mi, surgía cuando ... no de las muchas acciones de seres individuales se producía un resultado o consecuencia, sino cuando de la acción de una sola persona, de una sola cabeza que, situada estratégicamente en el sitio adecuado, podía hacer interferir a su antojo en nuestras vidas, en nuestras rutinas, en nuestras futuras colas de espera ... me acordé de los mosqueteros y de su eslogan, aunque un poco cambiado por mi cabeza: Todos para UNO, UNO que decide por TODOS ... y me dió escalofríos pensar en esa sórdida realiadad, a veces prefieres mirar solo en el interior de cada pequeño vehículo y que este te traiga historias de hacia dónde van de vacaciones, de si llegan tarde al trabajo, o de si pedir el divorcio a su marido cuando esta tarde llegue a casa, esas son las cosas que humanizan el sistema, ya que, visto desde arriba, como yo lo vi, desaparecen las personas y solo es una gran máquina con miles de piezas que la componen cada día, que funciona y que esto trae unas consecuencias negativas para muchos, muy positivas para otros pocos.
Si nos encontraramos con la cabeza gigante, con el Gran Mago de Oz ... ¿Qué le diríamos? ¿Seríamos capaces de hacer que nos escuchara?

lunes, 1 de octubre de 2007

Como en el Instituto


Mi tiempo, ultimamente, está envuelto en una marabunta de idas y venidas del trabajo. Sin horarios fijos, sin lugar establecido, sin descansos de por medio donde llenar los pulmones con aire viciado de nicotina y humedecer la garganta con un placentero tinto antes de cenar, por ejemplo. Llevo más de una semana sin descansar, miento, el viernes pasado, justo el día en que fue convocada una reunión de trabajo a la que no podía faltar y en la que conocería mi turno, ya definitivo, para los próximos años. Más trabajo.
Hoy no podía faltar a mi cita con mis propias letras, aunque solo fuera para desahogarme contando lo terriblemente cansada que estoy. Estos días el trabajo ha sido un hervidero de criticas, zancadillas, puñaladas traperas y encontronazos varios dignos de una mala película de instituto. Había, a causa del reparto de turnos, reuniones no improvisadas a cada esquina que servían como excusa para hablar de Fulano, mientras, Sutano se marchaba para dejar su sitio a Fulano, que participaba a su vez de las críticas al último que se había marchado. Voraz.
Es increíble que aunque los años van pasando las cosas siguen, muchas veces en esencia, siendo las mismas. Las trifulcas que antaño se organizaban acerca de si tal o cual era un pelota, sobre si copiaba o si se chivaba de los demás se trasladan ahora a nuestro puesto de trabajo. A veces pienso que seguimos siendo los mismos (habrá que incluirse en este desfase de "correveydiles"), mayores, con hijos algunos, con hipotecas, con coche, con responsabilidades ... los mismos, con derecho a voto, con canas o carrera universitaria, con viajes a nuestras espaldas, pero los mismos. Los mismos que no soportan que a tal compañero le vaya mejor que a ti, o que tenga un mejor turno, o que le hayan dado el día de asuntos propios que tu pediste; los mismos que critican a la espalda, que piensa que la nueva guapita de cara es un poco estúpida, que le hacemos la vida más difícil al nuevo simplemente por eso, porque es nuevo.
Criticamos como adultos la inmadurez del adolescente que sufre por no saber ponerse en su sitio, criticamos la falta de compañerismo, e incluso en ocasiones, la falta de tolerancia y solidaridad en las aulas; criticamos la presión excesiva sobre los alumnos que los hacen sentirse presionados por el sistema y convertirse en seres egoístas que aprenden que solo machacando al rival llegarán más lejos que él; criticamos al propio sistema por ser: demasiado duro, demasiado blando, demasiado laico, demasiado incisivo, demasiado ... en definitiva. Criticamos todo esto que vivimos a través de nuestros hijos, sobrinos o vecinos pensando que ya madurarán, cuando maduran solo comprenden que el mundo, al menos al que aspiran y por el que estudian en parte, el mundo laboral, es tan hostil, tan fanático y tan horripilante como el instituto. Habrá muchos momentos buenos, por supuesto, incluso momentos inolvidables, como en el instituto, pero la esencia de poder, de los marujeos infantiles, de los chivatazos, del caricaturizar al jefe cuando no mira ... eso seguirá estando ahí ... como en el instituto. Con una diferencia, creo yo, ahora somos más adultos y a veces, al menos a mi me ocurre, nos avergonzamos de seguir viviendo en una realidad tan infantil como absurda.