sábado, 6 de octubre de 2007

Animal de costumbres


Cuando tenía 17 años, más o menos, descubrí una frase de Lennon que por la época en que la leí trastocó un poco mi mundo: "Nos pasamos la vida esperando que nos suceda algo, y lo único que pasa es la vida", o algo así. Puede que la hubiese leido antes, no lo sé, el hecho es que hasta aquel momento no tomé conciencia de lo que trataba de decir, o almenos esa serie de palabras unidas cobraron un sentido especial para mi que hizo que cambiase el chip con respecto a muchas de las cosas que me rodeaban.
A veces pienso que la vida está cargada de mensajes subliminares, como un guión en el que apenas tienes líneas, pero que está cargado de subtexto, donde puedes conseguir que el personaje pase de decir tres simples frases a convertirse en alguien fundamental para el desarrollo de la escena, solo con la pose, la intención, la mirada, los silencios ...
La vida está cargada de palabras escondidas, de llaves magistrales que se hacen más o menos visibles a nuestros ojos según el estado anímico en el que nos encontremos. Podemos escuchar las mismas cosas miles de veces, estar en miles de sitios que, de pronto, serán transcendentales para nosotros porque la llave entra al fin en la cerradura que hay en nosotros y que, quizá, permaneció cerrada durante demasiado tiempo.
Es como cuando desconoces una palabra, o una canción, o un autor; de pronto un día oyes hablar de ello y como si se abriese un nuevo mundo para ti empiezas a escucharlo por todas partes, y te preguntas: ¿Realmente siempre estuvo ahí y yo no podía verlo? ¿Cómo puede ser que desconociese algo que ahora aparece por todas partes? Quizá siempre existió aunque nunca le dimos demasiada importancia, no era nuestro momento.
A veces las horas pasan, los días pasan y no somos conscientes de ello. La noche precede al día, el día da paso a la noche, y en medio estamos nosotros, llenando nuestro tiempo con cafés, palabras, trabajo, tabaco, películas, sexo ... más tabaco. De repente nos levantamos un día y algo nos hace sentir un pequeño pellizco en la barriga, algo reconocible, algo que nos dice que algo va mal y que por más que nos empeñemos en mirar para otro lado seguirá ahí, hasta que termine por dar luz a nuestra maltrecha cabeza asomándo una leve idea de lo que va mal y nos hace sentirnos así. A veces pienso que somos los últimos en enterarnos de lo que nos está sucediendo. Descubres que algo te hace sentir huraña, antipática, melosa, nerviosa, dicharachera, eufórica y tratas de ponerlo en conocimiento de alguien, quizá, cercano a ti. Entonces, te llevas la gran sorpresa de saber que hace tiempo que habían notado que algo te venía sucediendo, unas veces con conociemiento de que era aquello que te hacía sentir así, otras, solo sospechándolo. Tú, mientras tanto, solo dejabas que pasase la vida.

Últimamente la rutina de mucha de la gente que me rodea se está tambaleando sobre un hilo muy fino a punto de romperse. Algunos ya se han roto, y luchan por saltar sobre la red de seguridad y alcanzarlo de nuevo, hay que tener cuidado, la red también puede romperse y no es bueno decir aquello de: "Esto ya no puede ir peor". Todo esto hace que piense mucho, en ellos, también en tu propia vida y que tal te va todo ahora. Hace que recuerdes aquellos momentos en que a ti te fué de una manera más o menos parecida, para tratar de entender mejor aún cómo se sienten, para intentar explicar que de los pozos oscuros también se sale, aunque hay una cosas que tú aprendiste y que no debes olvidar, que todo llega a su debido tiempo y que nadie escarmentará en cabeza ajena. Hay que hacer uso de la paciencia pues, el que habla y el que escucha.
No sé si todo esto es producto del Otoño, del cambio de sigla en la edad, de escuchar una nueva palabra y que se abra un mundo nuevo ante ti. De cualquier modo, lo único que pasa es nuestra vida, pero la vida que pasa no es tan simple como a veces nos creemos, ni tan monótona, ni tan trivial. Si así fuera, no nos daría un toque de atención de vez en cuando para que le prestásemos más atención, no la echaríamos tanto de menos cuando de pronto un día alguien, o nosotros mismos, decidimos terminar con ella, no nos jodería levantarnos un día con un pequeño pellizco en la barriga que nos hace pensar que algo va a perturvar en breve la calma-rutina que llevas por vida.
En realidad, pienso que muchas veces tenemos miedo al cambio. A no poder imaginar cómo será nuestra vida sin un factor culquiera que hasta ese momento se había constituido como centro, o pilar básico de ella. El hombre es un animal de costumbres, y como tal, le aterra todo aquello que suponga un cambio radical en su vida, aunque eso sea lo que desee, aunque sepa que podría ser más feliz con ello.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre gracias... siempre la oscuridad se hace más clara contigo, siempre paciente conmigo... siempre gracias.

Atlantida dijo...

Nada Pitufo, lo mio contigo no es paciencia (bueno a veces hay que tener bastante ;) eh!)es que se te quiere y a veces duelen tus lagrimillas como propias, pero ya sabes ... se hace camino al andar.

Pipilota dijo...

dices "que nadie escarmentará en cabeza ajena" y yo te digo que algunes no escarmentamos ni en cabeza propia.

Como canta Pata Negra: Pasa la vida y no has notado que has vivido cuando pasa la vida.

Qué razón tienes, nos pasamos la vida esperando que pase algo. pero... a eso se le llama ilusión ¿no?

Atlantida dijo...

Es verdad Pipilota, a veces no escarmentamos ni en la propia cabeza, ya sabes "el hombre es el único animal que cae dos veces en la misma piedra", aunque quizá eso sea porque nuestra capacidad para pensar, razonar, pero sobre todo imaginar hace que pensemos que las cosas pueden ser diferentes esta vez, o imaginamos que no cometeremos los mismos errores, o el peor de los inventos posibles, pensar que podemos cambiar a alguien.
Supongo que sí, que en parte pasamos el tiempo esperando que algo nos ocurra porque estamos predispuestos a la sorpresa, y esto crea una maravillosa ilusión.
Todo esto me ha hecho recordar la canción del Último de la fila: "A veces escribo cartas para no sentirme atado ... espero siempre una respuesta para sentirme querido, como los niños chicos, como los niños chico..."