jueves, 25 de octubre de 2007

Teletrasnportando


He pasado mucho tiempo con el tiempo vacio, vacio de cosas, vacio de contenidos, vacio de planes y vacio de momentos. Las horas pasaban como los días sin viento, sin erosión, sin cambio, con una calma total que avanza a pesar de estar estancada.
Ahora pasa el tiempo desbordado de cosas por hacer, de ideas, viajes programados, canciones por escuchar y libros por leer. Ahora el tiempo se ha hecho finito, acotado, como un cesto desbordado de manzanas de la felicidad que no da abasto a ceder fruta a otros días ya completos ... Y añoro tener más tiempo para ocuparlo todo, y odio ocupar parte de mi tiempo en cosas obligadas y no inventadas, y recuerdo los momentos en que el tiempo fue perdido, es demasiado tarde para invertir el mecanismo y que los segundos del pasado se sumen a los del hoy para tener días de 48 horas.

Es quizá absurdo hablar de tiempo, hablar de límites que entorpecen nuestro devenir pues este, no deja de ser nuestro propio invento. Pero para hacer las cosas que queremos, todas las que planeamos y deseamos, necesitamos hacerlas en este plano, porque es en este en el que las soñamos, y en este, necesariamente, existen los límites, existen las horas, existe el tiempo.
El tren sale a las 7:05 de la mañana, llegará a las 7:45. El concierto es a las 20:00 h, salgo del trabajo a las 17:30 h ... siempre he pensado que deberían dejar de decirnos cosas evidentes como: El departamento de nutrición de la Universidad de California ha descubierto que el consumo habitual de frutas y verduras es bueno para la salud diaria ... Alguien debería hacer de una vez algo útil e inventar el TELETRANSPORTADOR, pequeño, de bolsillo, lo sacas y metes un dedo, te vas desintegrando, poco a poco entras en el pequeño y caótico agujero y apareces hecha y derecha justo en el lugar que deseas, al instante, sin colas, sin overbooking, sin perdernos cosas deliciosas por falta de espacio, por exceso de espacio entre ellas y nosotras ... por falta de tiempo.