viernes, 5 de octubre de 2007

Mago de Oz

Sentada, en el nuevo sofá del nuevo piso de una amiga, me quedaba ensimismada mirándo el ir y venir de coches a la gasolinera que tiene justo en frente. Los coches llegaban continuamente, avanzaban, llenaban sus depósitos y volvian a marchar para dejar su hueco en la cola de espera a otro coche. Por unos minutos no escuchaba apenas la conversación que se estaba produciendo, era como un movimiento hipnótico de piezas, que vistas desde arriba, se dedicaban a desplazarse las unas a las otras simulándo un péndulo extraño que golpease sus piezas en una sola dirección. Mi mente comenzó a divagar acerca de las miles de cosas que hacemos de manera individual y simple y que sin embargo forman parte de un gran engranaje de pequeñas cosas que, junto a la nuestra, forma un extraño ciclo de repetición imperfecto que tiene, evidentemente, consecuencias mayores de las que nosotros imaginamos o afrontamos cuando somos las protagonistas de la acción en sí.
Hasta aquí, pensaba, todo tiene su lógica. Formamos parte de un mundo donde creamos un sistema para el que servimos y que a su vez nos da un servicio. Nadie dice que este sea justo, por supuesto ni recibimos lo que damos, ni siempre damos lo que recibimos, ni tenemos todos lo mismo, ni recibiremos lo mismo cuando salgan los nuevos frutos de la unión de acciones individuales que forman una nueva máquina de la vida cotidiana. El problema, para mi, surgía cuando ... no de las muchas acciones de seres individuales se producía un resultado o consecuencia, sino cuando de la acción de una sola persona, de una sola cabeza que, situada estratégicamente en el sitio adecuado, podía hacer interferir a su antojo en nuestras vidas, en nuestras rutinas, en nuestras futuras colas de espera ... me acordé de los mosqueteros y de su eslogan, aunque un poco cambiado por mi cabeza: Todos para UNO, UNO que decide por TODOS ... y me dió escalofríos pensar en esa sórdida realiadad, a veces prefieres mirar solo en el interior de cada pequeño vehículo y que este te traiga historias de hacia dónde van de vacaciones, de si llegan tarde al trabajo, o de si pedir el divorcio a su marido cuando esta tarde llegue a casa, esas son las cosas que humanizan el sistema, ya que, visto desde arriba, como yo lo vi, desaparecen las personas y solo es una gran máquina con miles de piezas que la componen cada día, que funciona y que esto trae unas consecuencias negativas para muchos, muy positivas para otros pocos.
Si nos encontraramos con la cabeza gigante, con el Gran Mago de Oz ... ¿Qué le diríamos? ¿Seríamos capaces de hacer que nos escuchara?