domingo, 7 de octubre de 2007

In my secret life


Que la voz medio ronca, medio aterciopelada de Leonard Cohen araña almas, quiebra corazones, no es para mi ningún secreto. A mi estado anímico al menos, le ocurre. El Cd gira para detenerse de pronto el tiempo en una canción, comienza la música y aparece su voz, y con ella ... se detiene mi mundo.
El techo azul de reflejos dorados bajo el que avanzaba mi coche se agotaba lentamente para adentrarme en una cúpula extraña de nubes grisáceas que se mezclaban con algodones rosáceos de feria infantil. Las palabras iban saliendo por su boca como susurros y su vida secreta me trasladaba a la mía, donde suelo refugiarme en sueños de papel o en cleenex de melancolía.
En mi vida secreta no hay decorado fijo, el mundo se convierte en mi Dogville particular donde empujo cajas y arrastro muebles que se transforman en verdes prados a veces, oscuros bosques nevados otras, donde llueve cuando quiero mientras tomo el sol bajo el amparo de un arco iris perfecto, donde puedo ver el sol de perfil.
En mi vida secreta no vuelves a sentirte sola, criticada, arrugada, perdida; los años se cuentan por sonrisas y los paseos por viajes inolvidables en los que disfrutas de la compañía de quien siempre amaste y que siempre le costó tanto corresponder con hechos ese amor; en mi vida secreta no hay fuegos que apagar, tampoco queda ninguno por encender, no existe la rutina porque el cambio dejó de ser una palabra que daba miedo, porque las cosas nuevas se viven con sorpresa, porque las cosas viejas se disfrutan como un buen vino añejo.
En mi vida secreta no hay sitio para las balas porque no hay sitio para el poder, no hay sitio para la hipocresia porque no hay sitio para la mentira, no hay sitio para el abuso porque no hay sitio para la subestima, para la dependencia, para cantidades de alcohol desproporcionadamente nocivas.
En mi vida secreta no existen los gritos, salvo los que son para festejar algo, no existen los golpes, salvo los que son dados en la espalda para expresar orgullo, o con un chupito de tequila en la barra de cualquier antro, no existe el dolor, salvo el que provoca en mi mandíbula el no dejar de sonreir.
No existen conversaciones pendientes con espinas clavadas en el estómago porque ya está todo hablado, no se disfraza de amor y amistad la oportunidad de no tener que hacer las cosas solo. En mi vida secreta digo las cosas que ahora callo, silencio las cosas que nunca debí haber dicho, soy valiente cuando tengo miedo y solo tengo miedo, durante unos segundos, cuando vuelvo cada día y mi vida secreta se aleja de mi. Dura lo que dura una canción, pero existe, en algún lugar, y mientras exista trataré de trasladarla algún día a este otro mundo, para que así deje de ser secreta.