miércoles, 26 de septiembre de 2007

El otoño II


En estos días extraños de lluvia y granizo, de sol y playa, de tardes que menguan cediendo su paso a la noche, cada vez más oscura; en estos días de inicio de colegios, de coleccionables insospechados, de vuelta de vacaciones o de huída al fin a ese viaje soñado del caribe, ese que por fin has podido pagar aunque sea a costa de jugar con tu salud yendo en época de "huracanes intrépidos"; en esta, y mucho más que en otras, es cuando nos planteamos nuestra vida más de cerca. Es como una especie de reválida, un examen para el que sin saberlo nos hemos estado preparando todo el año y que ahora llega a su fin. Este, por supuesto, afecta a todas las facetas de nuestra vida ... nos planteamos que debemos leer más, sí, leer más, y nos compramos todos los primeros fascículos a 5´95 dos libros que encontremos en el quiosco; nos planteamos que en nuestro maravilloso viaje a Nueva York no nos entendían ni los inmigrantes, y que al hablarnos en "español" nosotros insistimos en hablar un pésimo inglés que no nos lleva a ninguna parte, por lo que decidimos apuntarnos a una academia en cuanto lleguemos a España: "Que yo lo que quiero es comunicarme con los auténticos yankies"; nos planteamos lo mal que lo hemos pasado cada vez que íbamos a la playa, o la piscina, y se nos veía demasiado gordos, o demasiado escuálidos, demasiado fofos, demasiado peludos, demasiado blancos ... y necesitamos poner remedio desde ya, para que esto no vuelva a suceder el año próximo, y vamos al gimnasio, o al salón de belleza, o donde nos ofrezcan una solución en oferta para cambiar nuestra descontenta vida.
El Otoño es eso y muchas otras cosas, pero sobretodo eso. El periodo que se inicia tras los exámenes de Septiembre, donde nos vemos a nosotros mismos solos, de nuevo, ante nosotros mismos, y decidimos cambiar, mudar, renovar todas nuestras asignaturas pendientes; es la penitencia, el lugar de retiro tras el carnaval del verano; es la paradoja de desear e intentar apostar por conseguir los sueños ocultos que en cualquier otra época del año te parecerían absurdos y que solo en Otoño asoman a este mundo mientras caen nuestras hojas marchitas al suelo y nos planteamos quienes hemos sido y que queremos ser mejores.
En otoño somos pequeños Harry Pooter a la busqueda de nuestro anden 9 y 3/4, donde muchos castigamos nuestra cabeza contra un muro intentando pasar a otra realidad que nos lleve lejos de la monotonía en que transformamos nuestra vida diaria. Es el momento de las dudas en nuestra relación de años, el momento de la búsqueda del amor que nos haga sentir especiales, el momento de comprender si el cambio está en tus manos. Las hojas siguen cayendo y no tenemos el control absoluto sobre las ramas que brotarán en un futuro pues muchas de ellas ya estan viciados por el tiempo, por la costumbre, que ahora nos aterra, por nosotros mismos.
Es nuestro rincón, nuestra habitación privada, nuestra sonrisa loca. Es la cura indispensable y necesaria para iniciar un nuevo año de locos que con toda probabilidad acabaremos viviendo de manera muy parecida al anterior, pero que no podríamos hacerlo sin ese mar de nostalgia y dudas que nos da la vejez infantil del otoño.

3 comentarios:

david dijo...

No sé qué decir: Yo creo que este otoño trae trazas de ser recordado de forma especial. De ser recordado, de hecho. También porque espero que ciertas circunstancias así entretenidillas pero sobre todo tocapeloteras de estos días no se repitan otros años por estas fechas, por la cuenta que me trae.

Respecto a los coleccionables, hoy he comprado el primer ejemplar del periódico este nuevo, Público. Igual puede entenderse así.

Y ¡hey, has vuelto, has vuelto! Te estaba yo (y más gente pero bastante tengo con ser yo para hablar con nadie más) echando en falta por este mundo cibertnestico. Hasta estaba preocupado y todo. Pero eso porque soy un neurótico y un agonías, claro.

En fin, que un placer leerte otra vez :)

Pipilota dijo...

Pues para mí el otoño no es todo eso que dices ¡¿No estoy de acuerdo?! Raroraro... :D
Para mí es la vuelta a la monotonía, al olvido de planes estupendos y también a la preparación de otros igual de estupendos. El ánimo decrece con la luz solar, tiempo de recogimiento y de calor amistoso. Creo que lo que más me crispa del Otoño es que de pronto te das cuenta que la navidad está a la vuelta de la esquina.

Me ha encantado la metáfora del andén harrypotiano.... entre otras cosas :)

Anónimo dijo...

Que precioso todo lo que dices sobre el otoño.Como Potter, imagino que siempre habrá alguien que busque su andén 9 y 3/4,hace muy bien. Hay cosas que solo pueden hacerse en otoño y esta es una de ellas, me refiero a ir a la estación a buscar el andén 9 y 3/4. Nunca se sabe. Mientras, las hojas seguirán cayendo para los que no hayan cogido el tren, se quedarán con la varita en la mano y sin comenzar el aprendizaje brujeril pero siempre les quedara otra estación, la del otoño... que no es poca cosa.

;)