lunes, 11 de junio de 2007

Entre Amigos


Hace algunos años ya, cuando cursaba primeo de BUP (que lejos quedan ya esas siglas), tuve durante los tres trimestres de curso tres profesoras diferentes de Lengua y Literatura. De todas ellas hay una en concreto a la que no he podido olvidar en todos estos años, se llamaba Teodora. Al instante de entrar en clase, casi tod@s estábamos de acuerdo en que su sobrenombre debía ser "Mafalda" debido a su gran parecido físico con ella. Bajita, delgada, con una cara particular de amplía frente e inexpugnable mentón. Su pelo era negro y voluminoso y su forma de hablar estaba cargada de grandes verdades con una pizca de sátira que le daban a sus palabras ese aire de verdad incuestionable que, además, no estaba exenta de cierto gracejo.
Sus clases eran bastante buenas y entretenidas, siempre buscando algo nuevo para implicarnos en el tema en cuestión. Pero, entre mis recuerdos más acentuados, no está su evidente parecido a Mafalda, ni su forma de enseñar, ni tan siquiera las buenas notas que logré sacar con ella. Queda en mi memoria una conversación que tuvimos con ella y en la que, supongo que hablando bajo su propia experiencia, nos dijo:

"Vuestros mejores amigos serán pocos, pero los reconocereis porque estarán ahí para siempre. No serán, seguramente, los que hoy son, podría ser, pero no suele ocurrir. No serán los del parbulario ni la escuela, provablemente tampoco los que conozcáis aquí, en el instituto, ni los que conoceréis después, en la Universidad. Puede que sean estos, pero no suele ocurrir. Vuestros mejores amigos aparecerán sin hacer ruido, casi sin daros cuanta, pero llamarán vuestra atención, y un día estaréis juntos, preguntándoos la de tiempo que hace que os conocéis"

He de reconocer que esta frase me marcó, y de alguna manera siempre ha estado presente en mi mente. En alguna ocasión me preguntaba qué debía ocurrir para que la gente que ahora me rodeaba no estuviese ahí en otro momento futuro. La vida ha terminado por responder la pregunta.
El pasado sábado estuve en una fiesta. La organizaba alguien que es más fiel al concepto de amistad que viene en los libros, poemas y tarjetitas varias que a su propia experiencia. Allí, precisamente por esto, estábamos todos. Los de cada día, los de un par de veces al mes, los de una vez al año. Supongo que su deseo era vernos a todos juntos. Llegar, besarnos, saludarnos, preguntar cómo nos va todo o qué tal te fue ayer con esto o aquello (según el caso), y disponernos a alternar los unos con los otros de la manera más natural, celebrando el encuentro, que no faltaba nadie, que seguíamos siendo los mismos. Pero eso nunca sucedió.
Faltaba gente, para que la mentira fuese completa; celebración hubo, pero no la de los unos con los otros, ni la de un encuentro esperado; ser, en ningún caso éramos los mismos. Los que éramos antes del encuentro, hacía tiempo que no encontraban los motivos para seguir alternando con según que gente, los que éramos ese día, a pesar del alcohol, a pesar de la comida, las palabras, la música ... tampoco encontramos la manera de que los que ya no eran, volvieran a entrar en silencio en nuestras vidas, casi sin darnos cuanta, y quedarse a partir de ese día ahí, para siempre.
Siento mucho la incomodidad que esto pudiera provocar en la anfitriona, por su manera de ser, de ver el mundo, pero lo cierto es que la división se produjo de la manera más natural y nadie se sintió mal por ello. Nos vimos, nos saludamos, nos besamos ... y cada uno se fue acercando paulatinamente a la gente de cada día, quedando la estancia dividida por un ecuador invisible que siempre estuvo ahí.
Por mi parte, pude intentar acercarme a unos y otros, pero no lo hice. Alguien me lo sugirió, pero no pude hacerlo, no creía en ello y hubiese sido traicionarme a mi misma y sentirme hipócrita y ridícula. Como digo, pude intentar acercarme a unos y otros, hablarles, contarles las novedades en mi vida y escuchar las suyas ... Apollada en el límite que la terraza ofrece, con la copa de vino en una mano, el cigarro en la otra, pensaba. Estaba bien donde estaba, con quién estaba, hablándo de lo que lo hacía. No podía dar un salto al pasado y poner mi sonrisa de hace seis años, mis palabras de hace seis años, mis anécdotas de hace seis años, porque soy seis años más vieja, y no encuentro esa sonrisa, ni esas palabras, porque en lugar de ellas viven los recuerdos, que siempre estarán ahí, y que forman la pared que hoy hace que dibujemos un ecuador en nuestras vidas.

4 comentarios:

david dijo...

La amistad es una cosa contradictoria, porque por lo general se la sobrevalora, y al hacerlo se la rebaja.

Crecemos entendiendo la amistad como esa cosa que nos une con cierta gente por la que haríamos cualquier cosa (pagar una deuda, donar un riñón, morir, asistir a un cumpleaños), lo más maravilloso del mundo, y en cuando cualquier persona nos cae medio bien zas, lo elevamos a los altares, es un Amigo, hay que conservarlo, hay que darlo todo, y él también lo dará todo. Y luego llegan las decepciones.

Yo tengo una amiga (que se ha ganado el rango a pulso) que siempre se refiere a gente que conozco como "tu amigo tal". Yo siempre grito y me revuelvo cuando dice algo así: Sé quienes son mis amigos, y sé quien es sólo gente que me podrá caer mejor o peor, por la que podría hacer tal o cuál cosa, pero que no han pasado la prueba de los años y la de estar ahí cuando ni uno mismo sabía que los necesitaba ahí.

Tengo buenos amigos, lo vi este mismo fin de semana. Y creo que tengo buenos amigos por dos razones, la primera que soy un tipo insoportable y la gente sin paciencia ya se fue hace tiempo, y la segunda porque nunca he tenido mucho problema en dejar marchar amistades. Igual porque siempre quedaba alguien, pero me gusta pensar que nunca intenté forzar las cosas y que las amistades, por mucho que haya que mantenerlas, nunca son algo obligatorio y a veces, simplemente, dejan de tener sentido.

Muy sabia tu profe.

Anónimo dijo...

sabes? ni te imaginas como te entiendo... a mi desde que recuerdo q empece en el colegio y de eso ya hacen muchos muchos años y solo hice dos amigas de las de verdad de las que estan cuando las necesitas y cuando no, de resto fueron muchos y muchas los que cada dia se encargaban de ridiculizarme y hacerme sentir una mierda, o por lo menos lo intentaban con todas sus fuerzas, pero no hice absolutamente nada en su contra, en la de ninguno, y hoy, muchos años mas tarde las tornas han ido cambiando, yo he ido subiendo y cada uno de ellos tocando fondo demostrando que el tiempo pone a cada uno en su sitio.yo tampoco puedo ser un hipocrita y hablar con ellos como si nada cuando me los encuentro prefiero ser lo que ellos llamarian "un creido" y pasar ante ellos con la cabeza muy alta pero como tu bien dices los recuerdos son recuerdos y estan ahi y los mios estan grabados a fuego

Anónimo dijo...

David, se podría decir que al igual que tú tengo dos rangos diferenciadores en cuanto a la gente que me rodea. Están los "conocid@s", como me gusta llamarlos. Gente que te encuentras, te tomas un par de cañas, charlas superficialmente sobre esto o aquello o simplemente te limitas a saludar al cruzártelos por la calle. Por otro lado están los AMIGOS, en mayúsculas, y hasta me da un poco de miedo llamarlos así, nunca sabes cómo terminará la cosa, o cuanto podríamos cambiar los unos y los otros, pero hasta ahora te demuestran todo, y cada día. De estos, me sobran dedos de una mano al contarlos, pero con estos me basta, pues están ahí, a pesar de todo y no he sido yo quien los ha llamado. Hace poco le decía a uno de ellos la suerte que teníamos, conocemos nuestras virtudes, pero también nuestros defectos, nuestras neuras, nuestro mal genio cuando aflora. Ha habido momentos en que los he mandado a la mierda y ellos a mi, pero ninguno nos hemos ido a ningún lado.
Hero, yo también he pasado en algún momento que otro por la fina daga de la ridiculez ajena, haces bien en creerte especial en estos momentos, y pasar por encima de todo ello. La mala leche de gente así solo consigue amargarse cuando tu ignoráncia hacia ellos es mayor que su jodienda.

Anónimo dijo...

Weno, a ver si la publicación de comentario me funciona ^^

Cuánto me hubiera gustado haber mantenido esa conversación con "Teodora"...entre comillas porque me hubiera valido esas frases de la boca de cualquiera; aunque soy conciente de que nací siendo una persona exageradamente empírica en este sentido...entiendo un concepto cuando lo comprendo por mí mismo.

Cuántas veces he deseado que en algún momento de mi vida se me mostraran los senderos de la vida, o al menos, algunos indicios...Por otro lado tengo claro que como lo que uno aprende por sí mismo no hay nada, es una lección que nunca se olvida.

Me considero una persona a la que le afectan las pérdidas, o mejor dicho, a la que le duele vivir unas experiencias y que luego el único fruto de éstas sean un mero recuerdo. Sé que es natural que ocurra, que es lo lógico; tal vez sea una persona que viva en exceso en el recuerdo...Me jode perder a gente, perder una confianza alcanzada (ya sea con un@ amig@ o con un familiar).Pero bueno, la experiencia también me hace ver que esas cosas ocurren aunque nadie me haya "avisado" antes.