miércoles, 4 de julio de 2007

Heroinas Anónimas


Era el día de San Juan, esperaba sentada en el parking que el resto de la logia comprase las últimas cosas para una velada de fuego, queimadas y hechizos. Un coche aparcó junto al mío, en el había cuatro personas, tres mujeres y un hombre. Pude comprobar a base de observarlos que eran de la misma familia. Delante, conduciendo, una mujer de unos 45 años, era la madre del copiloto, una chica de unos 16 o 17 años con Síndrome de Down. En el asiento de atrás los padres de la conductora, abuelos de la chica de 17.


Hasta aquí, todo normal, sin embargo hubo algo que llamó mi atención:

Bajó primero 45 (llamémosla así) seguida de 17. Esta, cerraba la puerta y se colgaba un pequeño bolsito en el hombro mientras 45 procedió a sacar del coche a su madre - Venga mamá, despacio cariño, agarrate a mis hombros - La madre, no sin cierta dificultad salió del vehículo.

45: - Eso es mamá, agarrate aquí - dijo señalándole el techo del coche una vez fuera - Cariño -refiriéndose a 17 - coge a la abuela que voy a sacar al abuelito del coche.

17 cogio cariñosamente a su abuela por el brazo y comenzaron a caminar, poco a poco. 45 dió la vuelta al coche para ayudar a salir a su padre:

- Vamos papá, despacio, saca un pie ... muy bien, ahora el otro, eso es ... ¿Qué es esto papá? Te has manchado el pantalón, vaya, no me he dado cuenta - se ayuda con la uña e intenta despegar del pantalón una pequeña mancha blanca, apenas se ve, la tiene en el bajo del pantalón - Bueno, ya casi no se nota, venga papá, vamos a levantarnos, una, dos y ... (tresss), eso es. Toma tu bastón - el buelo toma su bastón y comienza a caminar con ayuda de este - Cariño, déjame a la abuela, ya la ayudo yo.


La pequeña 17 vió a su padre de lejos que las esperaba en la puerta del Super, dijo -Mira, papá ha llegado - y corrió tras él. Juntos, unos apollados en los otros, entraron a comprar.


Esto no es ninguna historia novelada, o un anuncio del foro de la familia. Es algo real que vi con mis propios ojos. No hubo voces, no hubo suspiros, ni malos modos, ni reproches ... solo fuí capaz de ver en 45, a pesar del trabajo, de las "cargas", de la responsabilidad; solo logré ver amor y comprensión.

Quizá si observase un poco más que el pequeño resquicio que aquel día me enseñó sus vidas, encuentre grietas y dolor, pero ese día no los ví, y a mi me enseñó una gran lección.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me parece precioso saber que aun queda gente asi,con mas corazon que tripas, yo es q soy muy tierno y a mi estas pequeñas cosas acaban por encogerme el corazón!.

Anónimo dijo...

A mi me ocurre lo mismo, cosas como estas, insigificantes en apariencia, y tan importantes en el fondo.
Cuando ocurrió esto se me pusieron los pelos de punta, honestamente, no sé cómo reaccionaría en una situación así, no es fácil ser amable y mentener la sonrisa sabiendo que todo depende de ti y que, sospecho, no tienes tiempo para tí misma. Me alegro Hero de que pienses como yo.